Teotihuacán es -junto a Chichén Itzá- una de las zonas arqueológicas más importantes de México, y es anterior incluso a Tenochtitlán, tanto así que a la invasión de los españoles en 1519, Hernán Cortés y compañía apenas percibieron enormes montículos y montes sin advertir la majestuosidad que ocultaban; por ejemplo, la Pirámide de la Luan y el Sol.
Fue hasta 1910 en le etapa del porfiriato que Teotihuacán fue desenterrada, pero fue hasta recientemente, en el año 2003, que el nombre de Sergio Gómez se hizo célebre, en la historia de unas de las ruinas más increíbles de la humanidad; este arqueólogo hizo un hallazgo insólito, cuando una fuerte lluvia le reveló una cavidad cercana al Templo de Quetzalcóatl.
Ahí, el arqueólogo Sergio Gómez encontrón in tesoro: un increíble túnel largo y profundo del que no se tenía previo ni registro. Con 103 metros de longitud, a 14 metros bajo tierra y descendente, el túnel concluye cuatro metros por debajo de su nivel inicial y se cree que fue usado por los habitantes de la ciudad durante 250 años antes de que fuera desechado por razones no resueltas.
Al final de este túnel se localizaron tres cámaras, donde se ubicó una impresionante ofrenda de más de 100 mil objetos (conchas, piedras preciosas, estatuas, cerámica, artículos de madera y mucho más), algunos de ellos muy bien conservados pues nunca fueron utilizados debido a su naturaleza ritual.
Fuente: Infobae